«Hizo un nuevo ademán, se quitó los anteojos invisibles y se los tendió a Fernández, que irreflexivamente los tomó en el aire y dijo: Mirá que el amor es engañoso y resbaladizo, Patricia. Y que en eso todos somos amateurs.»
Una editora periodística conoce a un pintor que imita a Rembrandt y vive con él una pasión desbordante. Mientras tanto descubre que los diarios no hablan de lo que verdaderamente importa, ni la historia se mueve por el dinero o la política, sino por el corazón y el sexo. Entonces le encarga a Fernández, veterano cronista de cien batallas, la peligrosa tarea de narrar veinte historias de amor de gente común. Escéptico pero intrigado, el periodista deambula por la ciudad en busca de material para la serie Corazones desatados, destinada a ingenuas ilusiones, pero que se impregna lentamente del sabor amargo de Scott Fitzgerald. El deseo, los celos, el despertar de la sensualidad, el engaño, la euforia de sentirse otro, la clandestinidad, la adicción al amor y la desesperación surgen aquí con un estilo directo y cautivante que simula el testimonio verdadero, pero que es, en realidad, literatura pura